Siempre
dije que recordar es volver a vivir, y que la nostalgia es innato en mí ser. Y
que mejor manera de hacerlo recordando las viejas cosas que valen la pena tener
en mente, las amistades.
Entre
mentira y mentira, de pinocho se fue a pinueve, pero era la primera vez que uno
de los 3 había cumplido la promesa de verse más tarde. La última vez que
fijamos fecha de vernos, la hora se hizo humo y al final no nos volvimos a ver.
Viejo;
de sorpresa, ni me imaginaba que llegarías a mi casa y me visitarías en muchos
años. Aún recuerdo cuando fui parte de tu mudanza. Claro, al no tener gente que
te ayude a mover las reliquias de chan-chan, me llamaste a mí y el hermano de
uno de los tres. Pero, está bien. Me dio gusto poder saber que te pude ayudar.
Y es más si quisieras volver a mudarte de donde estas ahora, avísame. Para mi
es un gusto ayudarte, porque eres mi “pata”, uno de los amigos que siempre
tengo presente y siempre recordaré en esta vida.
Al
final, se llego la hora. Como nunca me dijiste: “si, cholo. Te voy a ver, no te
preocupes” en ese momento pensaba que “no pasaría nada” pero finalmente te
apareciste. Y menudo milagro eh!
De
camino con una de las aristas del triangulo de amistad (entiéndase Jefferson)
recorrimos aquellas calles que solíamos andar cuando íbamos al “Centro Viejo”
donde nos topamos, segundo año (si mi memoria no me falla)
De
los 3 solo dos estudiamos en un solo salón de clase, tu como “buenazo” te
mandaron a la A, mientras que a mí me toco ir al B junto con Jefferson.
Te
acuerdas del “si no te tuviera a voz” de RWay que cantabas hasta el hartazgo?
Pues lo baje a mi mp3 y cuando quiero recordar lo vuelvo a escuchar. O del
clásico, “yo no sé lo que me pasa cunado estoy con voz…” aunque me tenías
aburrido finalmente me pegue a la onda argentina. Que por esa época estaba de
moda.
Fuimos
a hacer planes, y fue “bacán”. David, con la misma chispa de siempre haciéndome
leña (cosa que ya es una costumbre tuya) Jefferson tranquilo, pero con la joda
por delante y yo-igual que cada vez que nos reuníamos-loco y hablando pavada y
media.
Pero
la dicha de volver a verse y de hacer la misma palomillada de siempre fue
increíble. Pero ahora ya más grandes, con el tiempo encima. Con otra
mentalidad, con otra visión de la vida, ya no fuimos al complejo a pasear en
los viejos juego oxidados que fueron testigos de nuestra infancia y
adolescencia.
Aquella
tierra de las heridas que nos dejó la cancha y que hoy se han convertido en
costras que marcan la vida de nuestra infancia y adolescencia.
Como
olvidar, las ocurrencias y casos vividos, que marcaron nuestras vidas y que hoy
solo se convierten en recuerdos que pasamos a re vivir.
Me
da gusto, saber que a pesar de los años la amistad de los 3 aún esta vigente y
que así se mantendrá hasta el final de nuestros días.
Pero
más gusto daría que en un futuro no muy lejano, nuestros hijos sean amigos
también y hagan las mismas cosas que hicimos cuando niños y que también puedan
continuar la cadena de amistad que se ha forjado con el tiempo.
Las
salidas para ir en “mancha” al colegio…son un clásico. Las verbenas del colegio,
las tardes de hacer hora, las horas de conversación, en fin cada cosa vivida es
parte de la vida.
El
mejor regalo es la amistad, y estos tres hemos hecho la mejor de las migas y
espero que el tiempo nos vuelva a reunir otra vez para volver a hacer las
mismas cosas de niños.
Fue
la mejor las infancias, la mejor de las adolescencias, la mejor de las
juventudes y espero sea también la mejor de las vejeces.
*Solo
para aclarar, todo lo escrito en comillas es para destacar que es parte de la
jerga del autor y que siempre se hablaba en aquella época y hasta ahora