miércoles, 7 de agosto de 2013

10 AÑOS DEL ADIÓS


ya son 10 años de tu partida. el mp3 sabe que aún te recuerdo. Un día vi algo en el facebook y quiero citarlo hoy: "lo que daría por poder verte solo un segundo, poder abrazarte y decirte la falta que nos haces" Si bien la espera se hace larga, se que te volveré a ver.
Se-también-que estás a lado de Dios y la Virgen. Igual se que estás a lado de tu Tita, fiel compañera que estuvo a tu lado en los buenos y malos momentos.
aquellos adobes de la casa, parecen aún contar la historia de como empezó. De como el bisabuelo, les llamó a la búsqueda de un lugar para vivir.
Aveces pienso...cuantos sueños pensaron realizar juntos? cuantas metas como familia lograron? que idea tenían al iniciar este nuevo capítulo de la vida? pensabas que te extrañaríamos tanto, luego de tu partida?
gracias por los momentos que pudimos pasar juntos. Por ir a verme cuando nací, por enseñarme que para aprender -en tu época-solo era necesario un cuaderno y un lapicero. Estoy completamente seguro que nos volveremos a ver y me diras: "hola hijo!"
Nunca te lo dije en vida, no tuve oportunidad pero gracias por ser mi abuelo.
Aquella agua, que me dijo mi tía que te diera, en el momento antes de que fallezcas, nunca lo olvidaré.
Perdón si no te pude entender. Solo escuché aquel: Betito, hijo...


TE QUIERO ABULIETO HUMBERTO.

martes, 23 de abril de 2013



Créanme que en 23 años y contando, hasta el día de hoy, escuchar aquellas canciones y programas que veíamos cuando era niño  y ver el sol radiante e imaginarme aquellas calles de los años 90 por donde vivían, todavía me hacen sentir  que en media hora mi mamá me dirá: “vamos al Porvenir a ver a tus abuelitos? Beto”
Les quiero mucho abuelitos, todavía les recuerdo con mucho cariño. Extraño las tardes con su compañía y los clásicos lonches con yerbaluisa y pancito con mantequilla, en aquella mesa enorme en el comedor antiguo de la casa donde vivieron.



domingo, 13 de enero de 2013

Lady



Viejos recuerdos de melancolía vienen a mi cabeza, con aquella canción. Una sensación entre alegría y dolor, mixtura incomparable. Nunca me imaginé que una canción doliera tanto.
La avenida Larco, es otra por la noche. El glamour de sus calles se confunde con las personas que van y vienen. Cada uno con un nombre, cada una con una forma de pensar. Cada uno es un mundo.
Sigo avanzando y llego a una urbanización. La noche está tan calma, las luces iluminan cada uno de los hogares que están en la zona. El sonido del mar parece estar tan cerca de nuestras orejas que se confunde con el sonido que dejan los autos cuando pasan.
No son autos cualquiera, son del último modelo. Maravilla que deleita la vista. Esa canción sigue sonando y me tengo que ir. Ya es tarde, el camino es largo y tengo que llegar.
En una esquina me encuentro de píe esperando que un taxi pueda llevarme a mi destino. De pronto suena esa canción. Un grupo de gente que viene de la playa la está poniendo a todo volumen. Comprensible, es sábado por la noche.
Algo tienen los sábados que enamoran, un sábado en la avenida es distinto a un viernes u otro día cualquiera.
Los micros corren, pero no veo días en la carretera. Esa parte de la ciudad se pinta de otro color, se ve distinta. Te reitero, no es lo mismo un sábado por la noche por allí que un sábado por la noche en la zona este de la ciudad.
El camino no tiene baches, la pista está lisa, la ciudad y su cara es otra.
Por fin un taxi me llevara a mi destino. Cuanto? 5 soles. Nos vamos! Subo al taxi y el amigo taxista-joven también-pone la canción en la radio. Maldita sea! Otra vez la misma canción.
Llegamos al ovalo y repentinamente le dije al taxista: “Cholo, me bajo”
-Pero como?, estamos lejos de donde quieres ir. Dijo el taxista.
-No me importa, quiero caminar. Le dije. Además, esa canción la tengo en mi celular. (Repetía en mi cabeza)
Baje cerca al grifo y decidí regresar a píe el camino que el taxista ya había recorrido. No jodas, decía dentro de mí, este soy yo?
Me puse mis audífonos-modos vivendus-y decidí volver a recorrer hasta el paradero donde tome el auto. Luego de ir, primero por la derecha, hasta el lugar donde inició el recorrido decidí volver a caminar hasta el ovalo. Esta vez por la izquierda.
Di play a mi móvil e inició largo trayecto hacia casa. Pasaba por las tiendas restaurantes, points y tantos lugares y la cancioncita no dejaba de sonar.
Tape mis oídos de tal forma que solo me permita escuchar aquella canción de tantos recuerdos. Es increíble que un solo sonido se convierta en canción y también que tenga tanto sentimiento a pesar de que viene del otro lado del mundo.
Acaso el que la escribió, sabía lo que un simple mortal-en este hemisferio-pude sentir. Si es así, eso comprobaría que la humanidad está enchufada en una misma onda.
De tanto andar, volví a estar en el mismo sitio. En donde me baje del taxi. La encrucijada se planteó: hacia Juan Pablo o sigo con Larco? Y como la vida siempre hace las cosas por algo, me fui por Juan Pablo.
Allí, entonces, puse en repeat el móvil de tal manera que la canción siguiera sonando.
Ya no se escucha el mar, ya no hay glamour, no hay elegancia, pero la canción sigue inspirando toda esa clase de cosas. Por mi mente pasa vivir por acá, pero dejar el centro para ir a una urbanización??
Entro por una calle, y el silencio vuelve a ser el mismo que hace calles atrás. Los recuerdos vuelven, la canción sigue sonando y la batería se sigue gastando. El zapato ya no se ensucia, al contrario se limpia y se siente cómodo.
 Por alguna razón estoy oliendo a mar, la canción sigue sonando y la atmosfera es única. El mar, hace metros me dijo adiós. Decido ir por la puerta, la calle está tan sola, el sonido estridente ya no está. Los micros se han ido, las gentes también. Ya no te preguntan qué estás buscando. Acaso un ser humano-promedio-no puede caminar tranquilamente por una rúa.
El cielo está despejado, hoy la noche tiene luces. Las estrellas miran a la gente, pero ellos no se inmutan.
Nadie levanta la cabeza, para decirles: hola! Gracias por alumbrar mi noche.
Lady, otra vez se repite la canción y el camino elegante se va despidiendo. Vestigios de eso quedan en las últimas cuadras. Soy como un fantasma con vida que tiene las manos en los bolsillos del pantalón y la casaca hasta el cuello que está metido en el mundo lady.
He dejado el glamour y elegancia de la urbanización y me he metido en el caos del centro. Veo fijamente los rostros de la gente y ellos parecen tan tímidos. Nadie fija los ojos en otra persona. Nadie se molesta siquiera en preguntarte, te sientes bien?
La canción sigue sonando, la vida sigue continuando y yo sigo respirando.
Ha sido sábado por la noche. Para cuando llegue a casa será domingo. Un triste domingo.
Fue un alegre sábado, de fútbol, de playa, de cañas y de sitios elegantes. Pero fue un sábado atípico, porque encontré la atmosfera adecuada para poder recorrer a pie la ciudad.
Lady, hear me tonight, cos my feeling is just so right, as we dance by the moonlight, can't you see your my delight.
Lady.. i just feel like, I wont get you out of my mind, I feel love for the first time, and I know that its true I can tell by the look in your eyes

miércoles, 9 de enero de 2013

ME VERAS VOLAR, EN LA CIUDAD DE TRUJILLO




Hermosa foto de la ciudad de Trujillo, tomada desde el cerro campana

Hay algo que tiene está ciudad que enamora a todos los que estamos en ella. Hoy luego de muchos meses, pude subir a ver a Trujillo desde un sexto piso. Y la verdad que embelesa a uno de solo verlo de noche.
Tuve la oportunidad de poder mirar a esta ciudad-por un año-de noche, desde las alturas del edificio-y hasta ahora no entiendo porque le dicen “pabellón” como si estuviéramos en un penal-donde se ubicaba mi facultad. Vista espectacular, veía desde La Esperanza, pasando algo de Florencia y el Porvenir y terminar viendo la subida de la panamericana norte, en el camino hacia el sur, y las aguas-que se ven mansas desde allí, pero que engañan cuando te topas con Buenos Aires-del balneario que muchas veces fue visitado por los distinguidos trujillanos y que hoy se ha convertido en el último lugar donde se desecha la basura: Buenos Aires.
Es tan hermoso poder ver más de un centenar de luces que se ven en cada noche-desde las alturas de la ciudad-y que reflejan, que en cada una de ellas hay un mundo, una vida, un ser y que cada ser tiene una idea, un nombre…en fin, una parte de este mundo.
Las luces-ahora-hasta las partes más altas de la ciudad. Desde donde estoy, veo a mi querido cerro Cabras que alberga a La Esperanza-y que veo desde la carretera panamericana norte cuando cruzo el peaje de Chicama-y me es increíble observar que las luces y las manchas negras-que son las casas-llegan hasta las zonas más altas del cerro.
Es alucinante ver a un Trujillo distinto. Desde arriba todos somos iguales, todos somos seres humanos y que por más que vivamos en el Golf, el centro, California, San Andrés,  Aranjuez, Sector Bellavista en La Esperanza, Barrio 5 de Alto Trujillo, somos tan iguales e idénticos con la única diferencia de que vivimos más cerca  o más lejos del mar.
Trujillo desde aquí se ven tan susceptible, tan indefenso. El mar está a solo unos cuantos kilómetros y los cerros que buscan proteger-desde la zona de la sierra a nuestra ciudad-se ven tan imponentes que menosprecian a los edificios que el hombre ha construido.
Amanece y es otra la historia. Me encuentro en un sexto piso, la clásica neblina de la ciudad y sus primeros sonidos indican que la ciudad está despertando. Que se inicia un día más de vida. Una nueva oportunidad para todos los trujillanos para seguir adelante.
Los cerros aún están nublados. Las narices lloran porque el día comienza y el frio taladra los huesos y cala en cada una de las venas haciendo que cuando la sangre corra se sintiera un tremendo dolor.
Micros, autos, personas inician su día. Las madres compran el pan, los deportistas salen a correr. Los jefes de familia salen de traje a iniciar un día más de labor. El cielo se despeja y la imponencia de sus edificios y de sus cerros vuelven a  ser observados por este candombero.
Los canillitas inician su recorrido. Algunos tiritando de frio, otros ya acostumbrados a este clima que se ha convertido en traicionero. (en algunas ocasiones hace sol y en otras frio) Salgo a la calle y los primeros gritos de llamado a la gente se escuchan. Algunos-todavía lagañosos-salen a hacer la compra del pan, del tamal, de la jamonada.
En la casa de dos pisos de la Jorge Chávez, se escuchan las baladas de la primera hora del día y las noticias de como despertó la ciudad. El desayuno está servido y todos y cada uno de los integrantes de esta familia, salimos a trabajar.
Atrás quedó la tarde y noche de ver como cae la ciudad, de ver como los focos de la ciudad hacen su trabajo y alumbran las vidas de las gentes que al llegar a casa buscan ser recibidos con una sonrisa en la cara.
La ciudad ha vuelto cobrar vida, la gente vuelve a salir así como vuelve a llegar. Hemos crecido, ya no somos los mismos. Hemos dejado de ser la misma gente que hace mucho tiempo atrás, pero igual y como dijo Cerati: “un hombre alado, prefiere la noche”

martes, 1 de enero de 2013

LA PRIMERA DEL 2013: CENTRO VIEJO, MI CENTRO, CENTRO VIEJO



En muchos años de bloggero, nunca tuve la oportunidad de hablar de uno de los más bellos momentos y recuerdos que he pasado en toda mi vida: El colegio de primaria.
Habiendo culminado el jardín-en 1995-mis viejos decidieron buscarme plaza para estudiar en aquel colegio que en sus años mozos se ubicaba en plena plaza de armas de la ciudad.
Una vieja casona verde albergaba a casi un centenar de alumnos que entre saltos, revoloteos, caminos y gritos pasaron los mejores años de sus vidas.
El viejo, ávido por buscarme un centro de estudios, tuvo que amanecerse en la vereda del colegio un buen día de verano de 1996. Mi madre, para apoyarle, me condujo a ver dónde se encontraba en cuarentón que buscaba plaza para su último hijo y hombre.
--vamos Betito a ver a tu papá. Está buscando plaza para que estudies.
--Ya pues, vamos a verle.
De camino al centro, mi madre me comentaba que haría nuevos amigos y que debería ser una niño educado y siempre pacífico. (Y desde esa fecha siempre trato de ser un ser humano que vive y deja vivir)
Al cruzar la esquina, vimos al viejo sentado en la vereda con una frazada y tiritando de frio. Por aquel entonces, era muy difícil buscar un lugar en ese colegio, pero la vida siempre tiene algo preparado para todos porque luego de formar cola, mi viejo, pudo conseguir una plaza para que su “Jetón” pueda estudiar toda su primaria.
Salto años, pude ingresar al colegio y conocer a nuevos amigos. Al principio de la estancia-a la hora de hacer educación física-tenía que ir con ropa distinta a la obligada por el colegio. No teníamos el dinero como para comprar el uniforme de deporte. Gracias a mi madre, tiempo después pude comprar-aunque sea-el short y el polo de color blanco y negro que utilizaría para sudar en las mañanas frías del centro de Trujillo.
Y a propósito de mañanas frías, cunado niño siempre buscaba tener un par de guantes para protegerme del frio. En tercer grado nos tocó un frio invierno que calaba en los huesos y que mojaba calles, plazas y plazuelas. Y con la humedad también mojaba el patio principal del colegio. En mi memoria está-aún amalgamado-el recuerdo de salir para ir al baño y ver el patio completamente empapado.
El terror de los primero años de estudio, en aquella casona señorial obsequiada por don Pedro Mercedes Ureña (Noble Trujillano) y que en su honor el colegio-hasta la fecha-se llama de esa manera, era la auxiliar Maura. Mamita querida! Hay de los que fuimos, y fueron sus alumnos.
Regordeta como ella sola, de cabellos rubios y pequeños, blanca como la nieve pero igual de fría y autoritaria. No hacías caso alguno o no obedecías sus órdenes te mandaba un griterío de padre y señor mío. El solo hecho de gritarte generaba un llanto incontenible que reflejaba miedo y terror en los que recibíamos el severo mensaje de corrección.
En primer grado tuvimos “el gusto” de conocer sus gritos y su persona. Luego, nos reencontramos con ella en tercer grado. Aliada con aquella profesora que también parecía tener algo en contra de los niños y que nos tocó tenerla como docente en 1997. Su nombre, Marina Díaz Mejía. Como anécdota ella fue la primera y última profesora que me jalo de las patillas en toda mi vida estudiantil. No recuerdo que fue.
Me olvidaba, en primer año de estudio-1996-pude sufrir un enorme dolor que me acarreó hasta 1998. Creyendo que me había adormecido el tobillo izquierdo bajaba las enormes escaleras verdes que me conducirían al nuevo salón en la zona más vieja de la casona la cual estaba ubicada en la parte trasera de aquel plantel.
Llegué a casa y le dije a mi mamá: Se me adormeció el tobillo. Ella reviso mi pie hinchado y me dijo: No. Te has torcido el tobillo. Vámonos al huesero. Y hasta ahora, si veo a la señora que me arreglo el tobillo en el mercado de la Unión la mato. Fue la primera vez que sentí-como dije hace un momento-un dolor tremendo que no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
Las épocas de pertenecer a la marcha fueron las únicas. Estuve dentro de la generación que fue adiestrada por aquel instructor que solo recuerdo se llamaba Cerdán. Aquel policía alto, con pinta de veterano de guerra de Vietnam, botas negras y que imponía respeto con su sola presencia y que nos enseñó un sin número de canticos y ordeno a muchos jóvenes que pertenecíamos a aquel batallón.
El rumor se corrido cuando llegó. “Él ha hecho ganar y llevar a Lima al República de Panamá. debe ser bueno entonces” Decíamos los jóvenes de la generación, ye entre marchas en el colegio, salidas a deshoras del colegio por los ensayos, trotes por las calles con canticos que hasta ahora son parte de nuestra vida pasaron aquellos años de instrucción pre-pre militar.
Quinto y sexto año fue de la banda, uno de esos tambores que se veían en batallón de banda albo y negro era este candombero.
Los apuros a la profesora de promoción-Dorina León-en los últimos años fueron motivos suficientes para que nuestra profesora nos tuviera fichados como los relajados de la clase. Solo por el hecho de que llegábamos tarde a los ensayos que eran a la hora de salida.
Finalmente, luego de tanta insistencia la profesora nos soltaba como quien suelta a sus borregos para que vayan a pastear. Corríamos desesperados y subíamos a la vieja fachada de madera, donde se ubicaba la banda, y no dejábamos de tocar los instrumentos musicales que se convirtieron en nuestros amigos.
Entre historias de fantasmas, calaveras, ríos que corren bajo las casas e historias de miedo corrieron los 6 años de estudio.
Me olvide de algunas cosas, mencioné otras pero igual quiero retratar los años que vivimos en aquel local ubicado en la 4ta cuadra del jirón Diego de Almagro y que aquellos recuerdos se quedarán en la mente de este candombero marcados como huellas imborrables de la vida.