martes, 17 de abril de 2012

Bitácora del candombero, martes 17 de abril de 2012.


Hoy me toco ir a clase, una de las últimas que me toca en este año. El ciclo ya concluye, la vida de universitario-y sobre todo de alumno-se termina y ya se siente el aroma de adiós, aquel que solo se huele y se siente cuando ya estas a punto de irte.
Era martes por la noche y como siempre tocó revisar y hacer los papeles que sirven para poder sacar el tan ansiado bachiller. Primero recoger una constancia de curso, luego una carta de presentación para un curro (por curro entiéndase, trabajo) que me haría valer como practica en empresa y luego el trato que te dan, ya no como alumno sino como semi profesional.
 Cuando inicie la carrera, se me hizo fácil. No hubo brecha o choque que otros sufrieron y que dejaron la universidad o se cambiaron de carrera. Pero me di cuenta que hasta el V ciclo, el trato entre de profesor y alumno era normal.
Profesor, mañana le presento el informe. Ya hijo, pero con menos nota. Ahora en el X ya no existe le presento mañana, tan simple porque ya no le ves sino hasta la otra semana. A tan solo tres cursos a la semana, uno ya se siete raro y hasta dice: ¿porque ir a la universidad? Si solo llevas 3 cursos. Y de esos tres, dos son de ir solo por cumplir mientras que uno si es importante.
Antes, salías de la universidad y lo que hacías era o bien ir de farra o llegar a tu casa a ver televisión. Pero ahora, sales de clase y no puedes ir de farra porque mañana en la mañana tienes que ir al curro. Ya no puedes llegar a ver televisión porque sabes que tienes que avanzar tu tesis o el trabajo que ha quedado para casa.
Aunque por otro lado, el sentimiento que ya eres un profesional te hace tener fuerzas y te motiva a seguir-en plan de avance-hasta llegar a que Lu Castañeda te diga: “dígame; licenciado…” no habrá otra satisfacción que te digan Licenciado.
Hasta el momento, a seguir estudiando hasta el día de la graduación.

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