sábado, 8 de septiembre de 2012

REMEMBRANZA SABATINA



Desde hace años, todos los sábados tienen un sabor distinto…un sabor a que es día de descansar, de levantarse tarde, de jugar un partido de futbol, de ir a la playa, de comer un buen ceviche, de ver televisión de ir a visitar a la familia, etc.
La primera vez que disfrute un sábado-y creo que por eso me gusta tanto-fue cuando mi viejo me llevo a la cancha de fulbito a verlo jugar por aquel club que muchos de sus amigos han querido-y me imagino que quieren hasta la fecha-aquel Daniel A. Carrión.
Por las mañanas se jugaba el clásico fulbito SAGA en el Acudesi. Mi viejo y sus amigos-ya mayores que yo-nos reuníamos, ellos para jugar y yo para ver como mi viejo se vestía de corto y se ponía en los tres palos.
Luego, llegaron los campeonatos en Huanchaquito. Cuando se jugaba en la loza que se observa desde la carretera. Allí una canción se me quedo grabada-y hasta el día de hoy cuando la escucho me hace recordar aquellas épocas-en mi cabeza. No se como, pero cada vez que estaba por allá el Idilio de Willie Colon se escuchaba en el altavoz.
Cuando no había fulbito, me tocaba ir a hacer mercado con mamá. Las mañanas frías de los sábados en los micros del Cortijo y las bolsas de mercado fueron testigos de esos viajes que no duraban ni 10 minutos.  Recuerdo que en aquella época se pagaba 50 céntimos por pasaje, y yo como era niño-obviamente-no pagaba.
 A medio día, el clásico almuerzo de sábado. Era-y es-religioso comer pescado los días sábados en casa. Mi madre hasta ahora hace el mejor pescado sudado, arroz con mariscos y el ceviche que haya probado. Bueno, no era muy grande el plato, pero con que emoción degustaba aquellos alimentos.
Ya en la tarde, luego del mercado, nos tocaba visitar a los abuelos en el Porvenir. Allí, el clásico “tardes ama, tardes apa” que decía mi madre como saludo a mis abuelos, es un sello característico de aquellos días.
Las tardes con mis abuelos, eran lo máximo. Escuchar a mi abuelo es algo que nunca olvidaré. Ver a mi tío-un sábado a la tarde con sol-es una imagen que se me ha quedado plasmado en la retina.
Como dije en comentarios atrás, gracias a ellos aprendí a ver Chespirito y es por eso que siempre digo que la risa de mi abuelo, era idéntica a la del Chompiras y que también es un recuerdo de sábado.
Las tardes sabatinas de lonche que nos daba mi abuela, de yerbaluisa y de pancito con mantequilla son un recuerdo presente en cada uno de mis pasos. De cuando mi abuelito me decía: “sírvete hijo, toma tu yerbaluisa”
Si no era día de ir a visitar a mis abuelos y mi papá juagaba por la tarde, me tocaba ir con mis hermanas a la playa. Recuerdo que siempre iba con mi viejo antes del almuerzo y que luego, mis hermanas llegaban para que pasemos la tarde allá. Recuerdo que los carros que nos llevaban decían: Huanchaco, pero nosotros solo llegábamos a huanchaquito. Yo curioso, preguntaba: ¿Por qué no a huanchaco? Y siempre la misma respuesta: “Esta muy lejos”
Luego de pasar toda la tarde en el agua, llegaba el momentos de irse y la agonía que era tomar un micro para ir a casa. Era terrible, esperar que un micro vacío se asomara para que abordarlo.
Para Febrero-época de carnavales-los micros eran bañados en el camino a la playa. A veces, una mancha se ponía cerca a la actual zona del Mall o por donde ahora se encuentra el Campo del Perpetuo Socorro y salían con sus baldes. Carro que se iba a la playa, carro que mojaban. Era una fiesta.   
Por las noches, luego de visitarlos llegaba a casa algo cansado y con ganas de ver televisión. En aquellas noches sabatinas y noventeras Risas y Salsa era perfecto para terminar el sábado.
Al final del día, “un hasta mañana mami, hasta mañana papi” era suficiente para finalizar un día tan agitado como querido. El sábado. Sábado que en 22 años,  me sigue sabiendo igual.

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