A lo largo de mi vida, me he hecho preguntas que-hasta ahora-no encuentran respuesta, por ejemplo: ¿existe él amor verdadero y él sin número de frases hechas que le rodean como: príncipe azul, princesa dorada, etc.? ¿Cómo es posible que dos personas-que decían quererse hace tiempo atrás- ahora se digan hasta de lo que se van a morir él uno y él otro? ¿es posible luchar una guerra ideológica con armas?, etc., etc.
Preguntas que para algunos será fácil de responder y que para otros (incluyéndome) son un tanto complicadas de entender.
¿Qué paradoja histórica jodió al Perú?, ¿Por qué existe la maldita envidia?, ¿Por qué cantarle al amor?, ¿Qué hacemos en este mundo y cuál es nuestra misión? ¿Tenemos una misión o es una alucinación de un filósofo delirante y falto de reconocimiento, que trata de captar nuestra incauta atención producida por los efectos del trago más barato que estuvo en el aparador de la catedral de Mario Vargas Llosa?
¿Por qué-como peruanos-no nos sentimos orgulloso de lo que hay?, ¿Por qué las personas que consideramos buenas, son las primeras en irse de la faz de la tierra?, ¿la mente humana es tan poderosa como se dice?, ¿estamos en el fin de los tiempos?, ¿Cómo es posible que un solo deporte haga mover y hacer hablar un mismo idioma a todo un planeta?, ¿Qué nos quisieron decir Víctor Hugo, Borges, Azorín, García Lorca, Ribeyro o García Márquez con sus obras que marcaron un hito en el mundo de la literatura?
Son tantas las preguntas que uno se hace y que cuando deseamos obtener una respuesta inmediata no la encontramos. Pienso que esas preguntas se hizo el hombre, desde el comienzo de la historia y a lo largo de ella.
Preguntas que han invitado a la reflexión y han ayudado a que filosofía se desarrolle a plenitud.
Si algún día nos replanteamos estas interrogantes, hagamos una buena reflexión, observemos todo alrededor y busquemos hasta el más mínimo detalle de la naturaleza y de la historia para resolver estas interrogantes que- descabelladas o no-siempre han de pasar por nuestra cabeza.