Resumen, en frases, del año 2012.
Todos los veranos la misma historia, las
personas logran escaparse del ruido de la ciudad pero no nadie puede
encapazarse del horno en que se convierte este tablero de ajedrez llamado
Trujillo.
Cada verano es la misma historia. Luego
de celebrar las fiestas de navidad y de año nuevo, el día siete del primer mes
me hace recordar que se cumple un año más de vida. Al igual que mi hermana, un
año más de aquel milagro que nos dieron nuestros viejos. A ellos las gracias.
Entrevistas a personas que tenían que
hablarme de sus gustos deportivos radiales, tú crees que querían convérsame
sobre eso? Había que hacer hasta lo imposible por terminar la tesis. Que al
final la concluí. Hasta que al fin en los últimos días de enero pude decir:
“Fase 2 cumplida” los 105 personajes que respondieron llegaron a su fin. 105
encuestas que pude concluir satisfactoriamente.
Febrero fue el mes del trabajo de la
fase tres. Aunque debo confesar que la estación que más aborrezco es la del
verano, igual tuve que “comerme el marrón” de salir de casa a buscar
información, de sudar como pollo al horno y de volverme pez y estar todo el día
en el agua.
Gracias a Dios este mes solo tiene 28
días. Suficientes para poder sobrellevarlo. Un corazón solitario, desde hace
mucho, no le gusta febrero. Y ni qué decir del 14. Con quien pasarlo? Es por
eso que en una trasmisión de fútbol con justa razón dije: “estaba solito,
solito en el área. Más solo que Roberto Ríos (el candombero) un 14 de febrero”
Llegó marzo, el sol empezaba a caer y el
año iniciaba su trayecto. Lo mejor de aquel mes fue el inicio de las clases. El
último ciclo. Por fin le decía adiós a la universidad. Fue muy auspicioso aquel
ciclo, lo iniciamos bien. Pagué una módica suma de dinero por el último ciclo.
Vaya, un chiste de dinero.
Abril, fue el inicio de una nueva etapa.
Luego de hacer mucha radio, se me abrió la puerta de la Televisión y pudimos
iniciar con buen pie esta nueva era. Así nos mantuvimos todo el año. Viajes,
salidas de trabajo, goles cantados, gargantas enfermas y tantas cosas que
vivimos en esta nueva era.
Mayo y Junio, pasaron desapercibido.
Entre libros, revistas e impresiones de tesis se fueron esos días de ya inicio
de frio y de usar casacas hasta el cuello. (Típico estilo mío) Las andanzas a
pie hasta la universidad, fueron parte de ese mes. Las casacas hasta el cuello,
el tiritar de frio en cada vez que subía a clases y ver los más bellos ocasos
en el último piso del edificio E de la Universidad César Vallejo fueron parte
de esos meses.
Julio. Mes patriótico. Pudimos escuchar
un nuevo disco (o como siempre he dicho un motivo más para vivir y escuchar
música) me enamoré de aquel álbum
musical. Todavía recuerdo aquel Mp3 donde pude reproducir las más de 30
canciones que tenía bajadas de internet.
Punto
Aparte aunque no recuerdo en que
mes fue pude hacer dos viajes en
este año. Hay una costumbre amalgamada en mí. Cada dos años, tengo que viajar a
Chiclayo. Primero, cuando estaba en la universidad, lo hice en el 2007 por trabajo.
Luego volví a ir el 2009 en plan descansó de medio año. Luego me toco volver el
2011, otra vez por trabajo y la última vez lo hice por unas cuantas horas solo
por chequeo médico con el buen “Doctor TV” como lo había bautizado mi tío a un
familiar en común.
Nos tocó ir al norte-Guadalupe para ser
más exacto-y nuevamente me enamore del camino. El sonido del violín y el vidrio
roto (breaking Glass) junto a las combinaciones entre amarillo, rojo y naranja
visto desde los cerros del camino me adormecieron como si hubiera tomado alguna
sustancia psicoactiva. La belleza del mundo es incomparable. Dios te bendiga
Madre Naturaleza
Volviendo a Julio, el sonido de la
guitarra y el “seventeen” me enamoraron de nuevo de la música. Volví a mi
colegio luego de 6 años. En un reencuentro con profes, amigos y mucha gente que
se quedó en el actual claustro de Huerta Grande.
Agosto, me quede prendado de esa mirada.
Había terminado la universidad y me tocaba estar dentro de la PEA. Continuaba
en el canal y luego de 5 años me sentí más libre. Mes atrás, me pude dar cuenta
que la pequeñez humana no deja de crecer. Hay que ser basura para “tirarse” la
plata de un ciclo en trago y decirte a tu viejo-anciano y con achaques-que si
estás pagando.
“Yo de padre lo mato”-decía mi asesor de
tesis.
Septiembre, otra vez primavera. Dicen
que los amores siempre llegan en primavera. Creo que el mío tomó un bus que se
quedó en la carretera.
Octubre, el mes morado. El viejo turrón
de doña Peta llegó a casa. Hasta el hartazgo y aunque la procesión siempre va
por dentro me tocó decir que vida bua, que vida bua, que vida buena.
Noviembre, una vieja reunión con amigos
y una resaca que me ayudo a pasar un examen. La primera juerga con los amigos
en el año. Llámame loco o como lo quieras hacer, pero en todo el año fue la
primera juerga la de ese mes con el trio de patas del barrio.
Diciembre, mes de cierre. De balances,
donde uno recuerda todas las cosas hechas en el año. La navidad fue buena. Uno
se siente tan orgulloso de saber que puedes hacer comprar por ti mismo y decir:
yo me lo compré. Porque una cosa es decir: yo me lo compre con mi esfuerzo a
decir me lo compraron.
Gratos momentos vivó este candombero en
este dos mil doce (o 20-12 como le llamo) que espero sigan pasando este 20-13.
Sobrevivimos al “fin del mundo” el 21 de diciembre quedará grabado como la
fecha en que todo el mundo se volvió loco por el último día del mundo y que al
final todo solo fue un simple susto o metáfora.
Kevin Johansen, uno de mis mejores
cantantes, decía en una ocasión-y cabe para este fin de año-ya se terminó, ya
se va la gente, ya se lo que me ibas a decir: “que no hay que llorar que son
cosas que pasan y yo siempre lloré por no reír. Pero no me queda más memoria y
no hay foto que quiera borrar”
Y yo quisiera rematar con esta frase: “Si
la vida es una orgía lenta, lo mejor debe estar por llegar”
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